Eugène Flandin, artista, viajero, arqueólogo y hombre de acción, visitó Constantinopla por primera vez en 1839. este libro constituye un magnífico testimonio de la que para muchos era la ciudad más hermosa del mundo. Sus bellas ilustraciones y su interesante texto nos trasladan a la fascinante ciudad oriental, abigarrada y llena de colorido, en pleno siglo XIX.