El inspector Aldo Monteiro tiene una debilidad: los santos. Cuando el teniente Julio Mataro, su enlace con la Guardia Civil, le revela el nombre del cadáver que estan contemplando, experimenta cierta decepción: "Orion Dauber" no posee resonancias muy cristianas y relación guarda con Daniel, un adolescente desaparecido dos años atras cuyo caso sigue obsesionando al inspector. Aldo y Julio se enfrentan al caso mas complejo de sus carreras, un juego de apariencias y equivocos que se entrecruzara sobre todos los personajes.