Una falsa pero emotiva frase atribuida al prócer Túpac Amaru sirve de pretexto para enarbolar su nombre, y supuesta imagen, difundiéndola masivamente en todo el país y por diversos medios. La presente investigación, apoyada en la sociología del arte, brinda luces a la suerte corrida por Túpac Amaru en el gobierno de Velasco Alvarado, el más polémico de todos los gobiernos del Perú republicano, pero también muestra la influencia de las imágenes primigenias de nuestra educación escolar en la construcción del inconsciente colectivo. Distintas críticas obligaron al gobierno a buscar la verdadera fisonomía del héroe convocando a un singular certamen de pintura que debería representar la imagen arquetípica del cacique cuzqueño.