Ética de la comunicación conecta la acción con el sentido de la vida. La condición existencial del comunicador está vinculada necesariamente a la generación de un capital simbólico que sostiene la vida de la sociedad. No es un tratado exclusivo de normas deontológicas, sino una reflexión de por qué ser ético, en su expresión aristotélica de alcanzar en mayor medida aquello que uno aspira a ser.