"El que se va de casa, dijo Freud, no quiere matar al padre. En esta auspiciosa primera novela de Ezio Neyra tres jóvenes amigos construyen en el patio de su casa un barco que los remonte fuera del país heredado. Este juego preciso y metódico, sin embargo, no asume la realidad como su límite sino el proyecto mismo como ilimitado. De allí la alegoría de su gracia irónica. Lo que les queda a los más jóvenes es el propósito de ser, creativamente, otros. La travería promete rehacer el viaje, para que todo recomience. El brío de esa promesa alienta en este relato" (Julio Ortega).
"A diferencia de los personajes de Beckett, los de Neyra no optan por la inmovilidad; por el contrario, se inclinan por la acción; pero esto no los luce menos clausurados, ridículos y solitarios que los resignados seres del Nobel irlandés" (Carlos Yushimito).
"Embarcación y texto, la superficie de este libro desarma una vez más la entrada a la tan adulta, cívica y familiar novela moderna, sale al descampado pero ahí no puede reconocerse, nadie habla su lengua" (Carlos Labbé).
"Migrantes que no saben por qué migran, estos biotipos parecen los desechos biológicos de una sociedad purulenta. Y en esa terrible característica -oculta, soterrada-, está la verdadera densidad del libro" (Diego Otero).
