Un escritor y su pareja asisten a una fiesta en las afueras de Lima. Ambos beben, comen, bailan y disfrutan de la noche mientras va amaneciendo lentamente. De repente, suena su celular. Una llamada que ningún padre querría recibir: una amiga de su hija le cuenta que ha tenido un accidente en un club y actualmente está hospitalizada.
Comienza así un viaje por carretera que marcará el ritmo vertiginoso de la historia. Treinta kilómetros a medianoche que desencadenarán un segundo viaje: un viaje por la mente de un hombre en estado de nervios cuyos recuerdos se convierten en un medio de transporte existencial. A medida que su vehículo se acerca a la ciudad, el lector se adentra en la vida de un personaje retratado a través de sus diversas facetas pasadas hijo, novio, esposo, amante, amigo, padre, publicista y escritor y que evoca un repertorio de historias que trazan su mapa siempre en movimiento de afectos.
Una vez más, Gustavo Rodríguez hace gala de sus dotes novelísticas, así como de su capacidad para tejer una trama en la que sus personajes nos muestran, con humor y sin complejos, los claroscuros de su mundo interior.